Lista de Fracasos y arrepentimientos (2007 - ongoing)
Me arrepiento de aguantarme las lagrimas cuando la Miss Ríos me dijo que no sería nadie en la vida. Me arrepiento porque debí defenderme, pero como toda mi estadía en el colegio no dije nada solo lo convertía en complicadas teorías sociales sobre el racismo estructural en el país.

Me arrepiento de no decirle a la Miss Pina que cago mi visión de mi cuerpo cuando me dijo que no debería usar pantalones porque no tenía piernas bonitas como las de Ximena.

Me arrepiento no comer todas esas veces que me moría de hambre pero sostenía el ideal estúpido de belleza imposible.

Me arrepiento de no ser más clara sobre mi depresión, de tener miedo de contarlo de realmente pensar que me hacia menos.

Me arrepiento que solo me acuerdo del último año del colegio los 100 y 1 métodos que creé para matarme y que no hice ni siquiera uno de ellos.

Me arrepiento de no seguir pintando y dibujando anime locamente para frenar mis impulsos.

Me arrepiento de no decirle a la mamá de Josefina que se calle cuando me gritó por no ir puntual a la reunión de borrachos en el viaje de prom.

Me arrepiento no decirle a mis papas que odiaba el colegio y que ir al viaje de prom hizo que me comprometiera a odiarlos un poco más.

Me arrepiento que no pude hacer nada para que todo esto también les pase a mis hermanos, quizás ellos la vivieron peor que yo.
Fracasé en no querer el color de mi piel por 20 años de mi vida, tuve que irme de Lima para aceptarme y aún así hay días en donde me cuesta y quiero desaparecer.

Fracasé en terminar las clases de skateboard y clases de guitarra. Ese verano después del colegio solo quería hacer otras cosas.

En el 2010, me gradué del colegio y me quedé con 99 cosas que decir pero que podrían ser resumidas en la incomodidad de ser marrón en un espacio definido por una existencia blanca, de poder constante e incuestionable por un legado republicano de sufrimiento colonial. Pocas veces me sentí real en este espacio y siempre me arrepentí de no ser suficientemente clara con mis compañeros y profesores que en ese colegio algunos siempre nos sentimos eminentemente distintos y que nuestro caminar en Lima siempre lo sería. Quizás mi estadía en el colegio fue un fracaso para mis padres, quienes buscaban me pudiese relacionar con la creme de la creme de Lima. No he asistido a reunión alguna del colegio desde mi graduación, no quiero acordarme de la existencia de la promoción LIX del colegio Markham.

Me arrepiento de no estudiar suficiente para la clase de historia del perú moderno del profesor Holguín. Flaquee en su examen final y me saqué un miserable 13.

Fracasé en entrar a UCL para el pre-grado en historia del arte: Ese año postulé a UCL para estudiar historia del arte, ellos me rechazaron. Ni entré en lista de espera, algunos compañeros del colegio sí pudieron estudiar ahí diferentes carreras. Tampoco entré a Bristol ni a Columbia en Nueva York. Genuinamente pensé que no sería nadie.

Fracasé en entrar a la universidad de Bath para el pre-grado en historia del arte.

Fracasé en darme cuenta que la Universidad de Essex, donde sí me aceptaron, quedaba muy lejos de la ciudad, estaba ubicado en un pueblo llamado Colchester un tanto lejos de Londres. Pero quizás esto era lo que necesitaba.

Me arrepiento de no decirle a mis bienintencionados compañeros de clase en la universidad que “ai hablas muy bien el inglés” no lo tomaba como un cumplido sino como un constante recordatorio que el lenguaje les pertenecía a ellos y yo solo lo estaba tomando prestado.

Me arrepiento de no decirle a mis bienintencionadas compañeras feministas en la universidad que forzar a las amigas de hablar de sexo abiertamente no es liberación sexual sino presión sexual.

Fracasé en obtener un trabajo de verano, la colección de arte latinoamericano no me quería durante las vacaciones. La segunda vez que aplique durante clases de invierno si me aceptaron.

Me arrepiento de no decirle a Deborah que su pasión por el renacimiento del norte de Europa me persigue y me marcó. La vi una vez en la calles de Colchester y me dio vergüenza declararme una fanática.

Me arrepiento de no gritarle a esos dos chicos que trataron de violarme en una fiesta universitaria pero en ese momento pensé que no merecían ni un minuto más de mi tiempo.

Fracasé en obtener un puesto de trabajo en Londres, aplique tres veces para un puesto de verano. Tal parecía que siempre necesitaría regresar en verano a Lima.

Me arrepiento de no decirle a la profesora Natasha que estaba decepcionada de ella. Le pregunté por qué no incluía más artistas modernas en su sílabo y ella me dijo que no había suficiente trabajo o material sobre ellas como para dictar un curso. Ese día una de mis vacas sagradas murió.

Me arrepiento de no decirle al profesor Neil que llamar a Griselda “galletita difícil de roer” me parecía un insulto para todas aquellas mujeres en la clase que querían ser historiadoras del arte. Ese día otra vaca murió.

Me arrepiento de no decirle al profesor Matt que su gileo monse como historiador del tatuaje me parecía incómodo en las clases y ,en todo caso, poco “feminista” de su parte. Otra vaca también murió.

Fracasé en obtener el primer puesto de nota ponderada en el pre-grado de historia del arte. Se lo sacó James, él abandonó la historia del arte y ahora se dedica a la programación de páginas web.

Pensé que fracasé en obtener un puesto en la maestría en UCL. No, esta vez no fracasé. Les encanté y me querían en su programa pero yo nunca recibí el correo, se perdió en la deep web. Cuando se llegaron a comunicar conmigo ya era muy tarde, había aceptado la beca de la universidad de essex para la maestría de historia del arte.

Fracasé en darme cuenta que hablar sobre Micromuseo complejamente sería imposible sin poder hablar con su creador, quien no me concedió entrevista alguna.

Fracasé en darme cuenta que Micromuseo parecía más grande desde fuera, cuando vine a Lima a conversar con distintas personas sobre el proyecto o me decían que no valía la pena de hablar de un proyecto cuando su propio director se niega a hablar críticamente sobre ello o que había otras cosas más chéveres que valían la pena investigar.

A pesar de todo pienso que Buntinx es quizás uno de los más grandes y generosos que existen en el arte peruano, realmente ha dedicado su vida a este oficio y eso en este país solo uno puede admirar. Pienso que su artículo sobre el museo popular en el primer y único cuaderno de museología es quizás uno de los más bellos y honestos textos que he leído en mi vida porque habla de un deseo real por querer cambiar las cosas.

Fracasé en distintas postulaciones de conferencias para presentar mi tesis de maestría. Postulé para presentar distintos capítulos a 4 distintas conferencias, ni uno quiso saber sobre mis investigaciones.

Me arrepiento de enfocarme tanto en la tesis y no prestarle atención a mi familia. Mi abuelo a quien no llamé durante el proceso de investigación lo acogía un cáncer maldito. Finalmente, murió un día después de que entregué mi tesis. Este domingo se cumplen 3 años de su muerte.

Me arrepiento de no responderle a la compañera del colegio que me dijo con “alegría” que al haber “obtenido” un novio inglés durante mis estudios podría “por fin” mejorar mi raza. La verdad me quedé estática que las personas limeñas todavía usan una frase del siglo 18.

Fracasé en obtener el trabajo de ayudante de la sección de educación del MALI, fracasé en obtener un trabajo en la sección administrativa del MALI, fracasé en obtener un trabajo en la sección de marketing del MALI.

Fracasé en obtener un trabajo de documentación en el LUM. Esta entrevista fue graciosa porque una amiga - también con una maestría que en ese momento parecía no servir mucho - también postuló y nos encontramos en la sala de espera antes de ser entrevistadas. Se puede decir que acá fracasamos juntas, un fracaso entre dos es menos atroz.

Fracasé en darme cuenta que el trabajo colectivo ha de ejecutarse sólo con gente de mucha confianza con una ética de trabajo similar. Es por ello que fracasé con el grupo de trabajo de chanconcitos, no teníamos mucho en común y invertimos muchas horas del verano del 2017 sin poder concretar algún proyecto.

Fracasé en darme cuenta que para dar asesorías para un trabajo, uno tiene que estar convencida de su necesidad y urgencia en el plano local, o por lo menos le tiene que gustar algo del proyecto más allá de que le caigan bien los integrantes.

Fracasé en darme cuenta que no tengo tiempo para hacer de todo. Acepté un trabajo de traducción simultánea en vivo para un académico famoso y patiné. No entendía su acento y el panel era intimidante. Así es la vida, por lo menos me puedo reir del recuerdo del baño de terror y las miradas de desdén frente a mi incapacidad.

Me arrepiento de no pedirle una disculpa personal a la persona que nos botó de su espacio artístico en medio de las celebraciones por una exhibición que nuestro grupo de trabajo organizó. Una gesta de tanto amor y creencia en los espacios independientes locales se desmoronó en una sola hora. Esa fue la primera exposición que ayudé organizar en Lima. #tebotéremix

Me arrepiento de no darle más información a mis alumnos en Corriente Alterna, uno lo da todo pero a veces siento que no es suficiente. Uno da pdfs infinitos, la posibilidad de hablar después de clase, pero todo esto parece que no basta. A veces quería gritar: no tengo posibilidades de trabajo como historiadora del arte, salten antes de que se los coman. Pero en verdad también veía en algunos de ello el genuino interés y ganas de trabajar en esta cosa extraña que llamamos arte contemporáneo. Extraño enseñar.
Fracasé en darme cuenta que si bien el nuevo proyecto de Corriente Alterna era un genuino impulso por brindar un nuevo enfoque de investigación rigurosa en el proceso artístico, había un divorcio muy grande entre los profesores de talleres y los de clases teóricas y que esto no sería llevadero. Me siento mal por los estudiantes y por los profesores que creyeron en el proyecto, es un sueño pendiente.

Me arrepiento de no gritar en cada reunión de trabajo en donde nos piden a mi padre y a mi que abaratemos nuestro trabajo. Siempre me pregunto si le regatean propuestas de investigación de mercado a otros colegas con pedigree.

Fracaso cada vez que mi padre y yo salimos de una reunión siendo ninguneados, mientras que otros colegas de pedigree dicen lo mismo que nosotros pero ellos sí son valorados por lo que dicen. Quizás al fenómeno se le puede llamar whitesplaining.

Estoy fracasando con mis hermanos, porque a pesar de pasar tanto bullying en el colegio no pude evitar que ellos también pasaron por lo mismo, la condena de ser distinto en un colegio donde solo se aceptan ser de cierto tipo. Me arrepiento de no hablar con ellos más.

Me arrepiento de no valorar más mi trabajo y aceptar trabajos gratis, de caer bajo la presión de que “ellas no les han cobrado, por afinidad y apuesta al proyecto de la galería”. Quizás debí aceptar los 100 dólares que la galería me ofreció para el texto, pero también pensé que debía creer en los proyectos jóvenes. Cobré 500 soles en Forum, me parecía un desastre cobrar menos en la siguiente muestra. Lo que aprendí es que esto de los pagos siempre hay que hablarlos en persona y no por correos electrónicos, con anticipación no días antes de la inauguración. La curaduría es un trabajo real, he de repetirme todos los días.

Me arrepiento de no decirle a la voz de Dios que se acerque y que no grite, desde una esquina impostando la voz masculina cualquier cosa que dijera sonaba con autoridad. En Lima, a veces, la autoridad es más importante que el contenido.

Me arrepiento de no hacer más tiempo en mi agenda para mis amigos, aquellos que siempre están ahí como porristas en un juego que a veces parece que no ganarás ni de a balas. Les quiero mucho amigos, su existencia da ganas de seguir trabajando todos los días y seguir organizando muestras en espacios aún por encontrar. Amigos, nadie nos quitará lo bailado.

Me arrepiento de no visitar a mi abuela todos los fines de semana, ella es la única que sabe de la vida y del arte y es quien tiene más clara las cosas en mi familia.

Me arrepiento ese día de la última graduación no gritarle violador a ese chico y no reclamar que el colegio es un caradura y especialista en limpiarse las manos por violencias ocurridas por sus propios alumnos. Ese colegio mierda quién dijo que no era culpa del violador, sino de los padres por no cuidar a la niña. Ojalá que sepan que siempre y por siempre serán parte del problema.

Me arrepiento de no hablar más seguido con Solange, la extraño terriblemente.

Me arrepiento de haber esperado tanto tiempo para postular a la visa inglesa y ahora estamos en Coronavirus.

Me arrepiento de no prestarle más atención a las amigas, son todo lo que tengo en verdad. No me queda nada.

Fracasé al pensar que la academia era el camino, me he dado cuenta que es solo un más de todas las rutas existentes y por hacer.

Fracasé en obtener el puesto de directora del centro cultural de bellas artes, prometo regresar y en algún momento estar mejor preparada.

Fracasé en realizar una muestra en marzo de 2020, quizás este es el fracaso de la década.

Fracasé en no darme cuenta que en la muestra de AMIL necesitaba poner los nombres de los artistas en los espacios designados más adecuadamente.

Fracaso diariamente al no avanzar mi libro Barbie Cochinola, que siento que es para mi muy importante.

Me arrepiento de no decirle a Claudia que me afectó mucho como se refirió a mi trabajo y no reclamarle un pago (ni siquiera justo) tan solo pago alguno: P A G A M E!


Parte de esta lista se leyó públicamente durante la muestra "Karaoke Autoortográfico F.S.L." de Marisabel Arias en la galería crisis en agosto 2018.
Siempre me arrepiento de no llamarles más. Soy muy mala para mantener contacto. Disculpénme seres querid@s siempre les pienso.
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